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Mostrando entradas de 2015

Hastío

El pesado aire está colapsando mis pulmones. A duras penas respiro. La brisa se empieza a convertir en necio y árido polvo. Mi tragicomedia se ha atorado a una garganta desvalijada. Busco vida en mi epicentro, obviando que pronto la magnitud será de nueve. No hay forma más inútil de perder el tiempo. Me creo que salvarse es ordenar tropecientas veces lo mismo. Y no. Ni hablo ni escucho ni dejo que el viento me rodee. Es entonces cuando todo es más cutre que nunca. Cuando me oigo morirme y paso de largo. Sueno a canción de piano arrastrada por las olas. Ese es mi sitio, el no tener sitio. Siempre me fundo en el mismo cuerpo. Me lo llevo todo al infierno, luego lo dejo de nuevo volar, así, de esta manera, nunca me lo quedo. ¿Ves? ¿Me ves? Ya me he ido. Ya he huido. Ya estoy volviendo. La rutina me empapa de odio. Escribo siempre sobre el mismo laberinto, sobre mi coherencia deshilachada, sobre tantos pasos en falso. Me repito más que la prensa rosa.

Amor maldito

Puede que la solución sea despojarme de deseo. Arrasar mi propio cauce, desbordarme, que mi caudal reviente y con él se disipen las contrariedades. (Pero, ¿cómo? Yo soy la mayor contrariedad. Mi defecto más aceptado.) Entonces, no escucharía cómo la escacharrada bombona de sangre centrifuga mis aristas. La paz me acariciaría los dedos de los pies con prudencia, no sentiría el ímpetu de lanzarme sin prever las consecuencias. El murmullo del sueño me acorrala. Parece que algo va a estallar sin estallar nunca. ¿Me explico? Bueno, en verdad me da igual no hacerme entender. Escucho mi propia cuenta atrás decreciendo y estirándose -como las mareas- sin reventar nunca. Ven y termina de ahumarme de negro con tu luz celestial. No me rompas a medias. Tan involuntarios tus actos cotidianos. Tan involuntaria mi pena. Corre. Hazlo al completo. Quiero ser las trizas de una hoguera, la última exhalación de la muerte, oler a madera vieja y luz rota. Ser la triste morada de una estrella, un anaranjado

Lista de brechas

Tendría que estar sumida en un sueño absurdo, pasional, roto, carnal, enteramente ficticio, perecedero, y no. Escribo porque. Mira, no sé, necesito que me eleven, que mis pies se liberen de sus jaulas, levantarme, más  arriba, así, ¿ves? Subir tanto que no me den miedo las alturas. Subir aún sabiendo que si corazón  y silueta atraviesan el suelo, huele a letal y palpo añicos de mi ser en una calzada, no ha sido en vano. Escribo porque. Los segundos se marchitan grises, se despiden sin un pañuelo blanco, grises las horas muertas me abrasan. Soy un gris teñido del color de las flores. Escribo porque. La incertidumbre me deja tendida, inmóvil, apalancada en la cuneta del progreso. Me observo y, aunque a veces dude, confío, me enfrasco en el títere de mi cuerpo como refugio. Un refugio sin protecciones ni manuales ni principios ni cordura. A pesar de ello, incluso siento una golosa sensación de soledad placentera, eterna, dormida. Me amo con todo el posible odio. Quiero y deseo y no

Decadencia

Apenas acierto cuando desdibujo tu ropa y la tiro al suelo, ya sabes, como si solo me quedara una noche de vida. Y quisiera hacer volar por los aires las limitaciones, la moderación y las señales de precaución. En mis últimas horas me aguachinaría de vicio. Créeme. Calaría mi mente de luto, me guiaría la bombona de mi pecho. Chillaría que te quiero en cualquier arcén de metro rodeada de putrefactos corazones. Engulliría todos mis papeles para no dejar en un cajón las penas que sobrevuelan mis venas y se incrustan con frialdad. Desaparece, no, así no, no te muevas, quédate siempre digo. Todos nos sentimos muertos, somos ocasos en las manos incorrectas, la crónica de un suicidio, una cuerda rota. Diría que no me importa. Sé mentir, a veces, casi nunca, en una urgencia premeditada. Me censuro, precinto mi ser, bebo mucho café, ataco a los partidos políticos y me dejo llevar. Todos desembocamos en el mismo sitio. No existe cielo o infierno alguno, simplemente los rozam

Positivo martes

Me siento afortunada. Hay momentos que son luz, te zarandeas en una cumbre idealizada, crees tener poder, tu corazón suena a risa. Nada te para, nadie se entromete, eres tú y tu energía. Rozas esponjosas nubes de placer con los dedos. Y te das cuenta de que la vida es más incoherente que tú. Respiras paradoja, te mueves a deshora, discuerdas entre el gentío. Somos cima y fosa. Aire e inigualable bochorno. Creo que hay que encontrar la armonía de las horas dulcemente caóticas. Tengo suerte. Conozco a personas que son la savia que necesita mi árbol pelado de hojas. No se van aún con quince motivos atados a la muñeca y la puerta delante. Y eso que desnudo con mi huracanado viento, y me cuelgo de sus ramas de puntillas, y lleno de quejas cualquier tronco, y les recuerdo que a poquitos soy comprensiva, y en exceso, tóxica. Por si no lo recordaban. Y siguen sin hacer las maletas. Las letras se han incrustado por todo mi cuerpo. Me han elegido. No hallo deleite sin palabr

Me desenmascaro.

No me importaría que una tormenta perforase cada uno de mis poros. Pensar solo en empaparme. Pasar frío. Piel de gallina. Mojarme hasta las costillas. Quedarme desnuda como si un pintor quisiera plasmar mi esencia. Pisar charcos con mis descuidados pies. Chillar al encapotado gris que no me asusta. No ser. Abandonarme, dejarme varada en el pasado. Seguir gritando. Ahogarme en mis lacrimales. Calarme de diluvio y no de pena. Sumergirme. Buscar el tesoro. Tragar agua. Encogerme con pasividad. Atragantarme. Ser arropada por un trueno. Reírme fuerte. Muy fuerte. Reírme falso. Reírme sucio. Hacer ruido. Llenar la calle de ruido. Hacerme ver. No, no hay nadie que me vea.  Ahogarme porque mientras me ahogo solo pienso en salvarme. Me doy otra oportunidad de las noventa y nueve que ya he mendigado a la manga. Me invado de cursilerías dichas en voz bajita (por si surte efecto). Dar patadas a la borrasca en vez de propinar golpes a muros de hormigón. No sangrar, no gritar, volver, secarme, vest

Existo.

Un universo late en mi pecho. Soy incapaz de interpretarlo al detalle, pero sí de sentirlo. Suena como un murmullo desinteresado. Algo ruge porque desea ser escrito. Desconozco coordenadas, causas y consecuencias. Vibro. Suena. Mi alma es ese vagabundo que busca amor en besos. Escucho. Nadie oye. Rastreo pasión inexistente. Me rasco las entrañas y me obligo a querer antes de quererme. Y me obligo a querer a quien no quiero. Musa solo hay una. No soy poetisa. Musa,       una. Dos son multitud. Dos es no retratar a ninguna. Mejor que Beatriz para Dante. Huracán y paz. Vendaval de palabras y silencio. Es marcha, energía contenida, potencia. Es pausa, flaqueza de domingo. Es una rompecorazones compasiva. Seca, cortante, huye del contacto. Se derrite en manos contadas. Es pasión en corazón azul. Grito arrancado y susurro. Musa a la que quieres con odio. Trabalenguas, lioso laberinto. Ella es poesía, melodía, brisa de verano. Vibro. Suena. Cada palabra me salva menos. Voy a bañarm

Conviene darse cuenta.

"quiero que me relates el duelo que te callas."- Mario Benedetti. No suelo ser explícita. Me enredo en mis enigmas. Ni yo me descifro. No existen mapas, ni brújulas, ni manuales. Se necesita paciencia, tres portazos, diez u once de mis negaciones a ensanchar el alma para que puedas sumirte en ella. Todo está arrasado. Arrasado de amor, de ganas. Arrasado de vida, de simpatía tímida. Es una lucha encarnizada, de intereses, sin botiquines. La batalla de pisar corazones. Quien más masacra no es el más fuerte. Eso es lo único que he aprendido. De desmembrar almas con ápices de inocencia. Es consumirse sin terminar de morir, morirte y seguir consumido. O matar porque necesitas volver a la vida. Tregua . No quiero ser tan bárbara cómo para aplastar porque a mí me aplastan. Los corazones necesitan manos protectoras, no puños rebeldes. Que sí, que nos han roto unas cuantas veces. Y las partes no se juntan. Y el cristal no tiene compasión. Tregua . Q

Emergencias.

"A no ser que salga de tu alma como un cohete, a no ser que quedarte quieto pudiera llevarte a la locura, al suicidio o al asesinato, no lo hagas. A no ser que el sol dentro de ti esté quemando tus tripas, no lo hagas."- Bukowski . Te has acercado casi tanto como para mutilar mis tres próximas inhalaciones. Tu aliento llena de bochorno el lóbulo de mi oreja. Es suficiente. Te siento a centímetros. Suficiente. Y no te das cuenta. O no te da la gana. Y te retuerces haciendo volar tus amoratadas piernas. Y te recostas. Y vuelves a dejar caer tu cuerpo. Tienes la condenada capacidad de convencerme con un "¡quédate!" barato en expectativas. Más bien esa palabra no guarda algunas de mis perspectivas escondidas debajo de la piel, pero sí otras. Quiero huir de tus redes pegajosas. Evitar roces y tu piel tersa tripulando otros cuerpos. Mis órganos arden y se apagan a un ritmo de película. Ando dos pasos. Suplicas. El tercero y cuarto empiezan a ser complicados. El q

Consideraciones.

"Inclinado en las tardes tiro mis tristes redes a tus ojos oceánicos."-Pablo Neruda. Ayer vi una película de madrugada. "Blue is the warmest colour". Significa que el azul es el color más cálido. Mecánicamente, he abierto un cuaderno, de más de un lustro, por el borde azul mar. Sin ton ni son. Y escribo. Sin ton ni son. Ese no es el caso. Tengo el máster de irme por las ramas con sandeces.        Corrijo. Todo lo que tengo que decir son majaderías ordenadas poéticamente de indoloro a un pleno de bolos en las vísceras *. Atención:     Hay una situación más bien precaria de caricias. Estoy de acuerdo con Rayden; el beso tendría que valer como divisa. Es hora de desdibujar miedos y fronteras en corazas ajenas. Bailar en bragas. Calarse de gotas el pelo enredado. Leer, sentir, mantener. Cortejar a las alturas con los pies en el asfalto y una lista de precauciones en el bolsillo. Quitarse de encima el petróleo de las excusas. Hacer, deshacer, creer.

Pasión grisácea.

Tu amor es como hacer las maletas después de marcharse sin haber estado.                    O peor, sin haber sido. No fueron mis ojos los que provocaron el desastre. Los tuyos fulminan aunque mire por el rabillo del izquierdo. Aclaro esto. Que te fulminen es ser vencido cuando te vistes con todas las de ganar. No me enamoré de unos ojos. Supongo que me vició perder todas las batallas cada vez que volvía a asegurar con el rabillo izquierdo que no me mirabas. No te posas en mi tez y me consumes la valentía sin contacto. Hay que esmerarse para explicarlo. Parece que te vas sin quedarte. Te asemejas a los individuos que sumergen los pies en la orilla sin bañarse. Me marchitas las entrañas más que cuarenta otoños en cadena. Florezco sin que sea primavera durante tres minutos y medio para volver a morir. Y que revivas mi aorta . Me has convertido en una flor asimétrica a prueba de (tus) balas.

A(f/d)ic(c)ión.

Voy a ser concisa. ›Nací en noviembre, el día catorce, en un burruño de sábanas blancas y olor a maternidad. ¿Ya me he descrito? ›Odio la vida y también la amo y me ato a ella como pez al mar. ›Tengo dos Nerudas, un disco digital, una figurilla de la Torre Eiffel y un cactus de ganchillo. ›El desamor ha mojado de distancia los cuerpos, mi buena suerte y las ganas. ›No tengo canción favorita, ni bailo el agua ni bailo a alguien ni alguien me baila. ›Me gustan las letras, no soy poetisa, no sé rimar y aún así planto versos (malos).         Rectifico: ›Me buscan las letras, me obligan a recrearme, tengo mono de abstinencia por lo que planto versos (malos). La prosa me toca el pelo para que acaricie letra a letra todos sus recodos. Soy una mandada (por desgracia). Maldita escritura que, en vez de coser, despedaza. No sé de dónde salen las heridas. Soy experta en abrir boquetes. Seguro. Subo por una escalera de peldaños como cornisas que dan al fracaso. To

Traumas de la infancia.

La niña que odia septiembre tiene los ojos rasgados, ojeras desbocadas, una nariz que respira tóxico y unos pulmones anticuados. Unos oídos llamados Ruido que darían por Silencio cuarenta orgasmos en una noche de nostalgia. Una boca que rompe el hielo de los ascensores (claustrofóbicos) derritiendolo con la lengua. Un pelo con mechas marchitas que quieren ser esa nube en la que interpretar quinientas tres formas.     De corazones a unicornios pasando por leones de escaparate. Huesos punzantes.    El corazón en el puño, destripado.    Cosido mientras se destripa. Lunares que se resumen en lujuria para quien cuenta de diez en diez y llena de cálculo mental hasta sus calcetines. ------------------------------------------------------------------- No sé si la ocasión lo merece. La tinta abriga mis letras. He elegido que así sea usando bolis Bic ajenos y un bloc de notas destartalado. Cuanto más esperas a que llegue la ocasión perfecta , más oportunidades desaprove

A almas perdidas como tú.

Quiero alojarme un rato en tu dolor y abrazarlo. No me importan las consecuencias de tanto atrevimiento. Hace tiempo que el sonido a disparo no me asusta. Los golpes en seco caen en húmedo. Abrazarlo y abrazarte. Sé que no me dejas más de dos segundos. Te abruman los roces y los susurros en el oído. Siempre tan tuya. Un. Dos. Dejo el contacto sin que me lo pidas. Dos horas de explicaciones, daño y vasos. Tu sinceridad te convierte en un libro al que solo le quedan las hojas en blanco. Las cuerdas vocales explotan con tanto capítulo. Abro la llave de contacto de tu alma. Nunca has sido fácil, y me encanta, así que me quedo en el umbral de tus entrañas. Entrar de sopetón con un vuelo directo haría aflorar tu desconfianza. Te hablo sin emitir palabras altas y asquerosamente desagradables. "Limitarse es cercar posibilidades de ser o estar. Arrinconar contra el gotelé . Enjaular. ¿Entiendes? A veces lo mejor es prender con gasolina la zona de confort. Afilar un cuchillo y que l

Soledad es una dama.

Madrugada temprana. Miércoles o jueves. Noto como las aspas del ventilador abrigan de aire las rendijas de mi pijama. Verbena de mosquitos puñeteros. Una foto en blanco y negro me mira dentro de un marco. Yo, por mi parte, no encuentro un sitio fijo en el que apoyar la mirada. Barro con los ojos los vértices del blanco techo deprisa. En vez de escribir, o moldear tormentos, tendría que estar durmiendo. Los besos rancios, los portazos y las cartas sin remitente me rompen las arterias. Tanta ida y venida sin hogar. Tanta gente que se percata y cruza los brazos. Tantos paseos de mi confusión por las aceras.  Madrugada avanzada. Sin proponérmelo puedo ser un poco lunática. A intervalos ideo torniquetes de esperanzas. Otras prefiero desdibujar mi salvación. Reconciliarme con el desastre.  Lleno hojas y ninguna me llena a mí. Cuento mi vida a retazos. Levanto fortalezas de palabras para derribarlas a base de puñetazos de inconformismo. Una dama pálida con corona de flores exóticas se ace

Adiós.

Aborrezco esas despedidas sin tiempo para decir algo más que un "hasta luego". Cuatro sílabas que acaban significando un punto y final, tiran el tiempo invertido por la borda y esconden las manos. Colocan el amor caducado en un paréntesis que no se deshace ni a golpes. No te devuelven lo vivido. Matizo; te roban lo vivido y elaboran esculturas de recuerdos. Da igual que tengas agallas suficientes cómo para sermonear al cielo. O que rabies porque echas en falta abrazos pasados sin que los ahogue el destino en una bañera. Podemos arrancar flores, quemar papeles de colores, reventar cristales y echar un duelo a lo que deseas que sea y no es. Lo que cuesta es ganar.

Líos multiplicativos.

Quiero acariciarte el pelo mientras te digo que la vida podría ser menos puta si mi cuerpo roza el tuyo. Desgastarte la piel y los miedos. Que los zarandeos me permitan hacer una instantánea rápida de Pisa en tu cama. Anidar en tu pecho como un pájaro indefenso al que se le renuevan las alas con el traqueteo de tus latidos. Frío en la calle, nuestro empeño en una mágica combustión. Tirar la manta por la ventana y ver en bragas cómo se luce la Luna esa noche. O más bien, cómo lo intenta. Su brillo triplicado no supera tu figura despeinada impregnada de sudor. Ni cuadriplicado ni quintuplicado ni sextuplicado. Y no sé cómo es con el número siete.                 Aún así,                               hazte a la idea.

Matrioskas.

"Odian la flecha sin cuerpo, el pañuelo exacto de la despedida."- Federico García Lorca . Es una ciudad vacía con cientos de ojos que miran. No es de mi gusto. Prosigo. Una ciudad cálidamente oscura y oscuramente cálida. Te piden mientras rebanan. Comparten; idolatrando su tendencia al engaño. Ofrecen chollos con marketing agresivo, y lujos, no sin su pago a plazos. De contoneos de víboras y ruidos de tacones de fiesta en el asfalto. Son usuales los jóvenes deportistas que buscan chismes en sus bolsas sacando la lengua. De parques oscuros con ochentonas cotillas. Contenedores con olor a flores muertas y muertos de hambre buscando en la basura. Una ciudad con cortinas de marinero y terrazas encarceladas. Banderas al viento y un incesante capitalismo manchando de necesidad lo innecesario. Sin cirujanos que trasplanten nuevos y airados biorritmos. ¡Que no falten los soldados marchitos alineados en filas antes de que desemboque la contienda! Árboles con troncos v

Esto no es un manual de supervivencia.

Noches cerradas de estrellas curiosas farolas apagadas ruido omitido. Noches de querer más de la cuenta analgésicos baratos cigarros vacíos y hondos vasos. Noches cerradas sin preludios de besos y muelles de cama. Noches de redactar sumar cargas y atar lastres a mi tobillo izquierdo. Noches de llorar dulce de no colorear galaxias en espaldas ajenas con el dedo acusatorio. Noches cerradas de no querer guarro compartir vigilias o saltarte todas las misas de los domingos. Noches en las que no se corona un clímax ni sientes como la adrenalina de querer añicos hace los tangas de encaje. Noches de soledad plena con la melancolía insertada en la medianoche y sus brujas. Ya sabes, de analgésicos, cigarros, vasos y todas esas vainas           (y sin).            Sin no sé. La noche, la latosa noche cerrada se abre como una carpa, y miro, agudizo los ojos canela, los pego a la ventana, busco vida en la oscuridad. Extremos. Que poder creo tener de repente para

Pensar en alto.

Tengo ganas de saborear el riesgo con un cuerpo de papel reciclado. Que la lluvia abra surcos entre mis piernas y las curvas descompensen mi peso        sin llegar al estrépito fatal. A la primera debo salir ilesa. Sino la estampa de la trama se quedaría a medio imprimir. Hay tiempo de sobra que perder en prólogos-llenos de nada que contar-y firmas con una pluma anticuada        hasta que la tinta traspase memorias. No, cielo, no, hoy no es el día. No te fijes en el ruido de los trenes. Mucho menos en cómo su velocidad te alborota el pelo. Cruza por un puente de aire, sin pensar, desmelenada, ya sabes, loca de atar, rápido, se acerca, el arcén está a un brinco. Somos pájaros ciegos con ímpetu en las alas. Tentar con un trance irreversible para encontrar la manera menos devastadora de arriesgar      no es lo idóneo. Y qué hacer si eres destrucción, y al acercarte, rompes y al irte, resquebrajas y causas shocks peores que el del Rey Midas cuando vio a su hija d

Ni pies ni cabeza.

Es como,     no sabría decirte. Como programar noventa y seis alarmas sin sonido, caer en el sueño más profundo y que te despidan del trabajo. Querer exhibir la nieve y que cale los guantes de incandescencia. Un misántropo que confía hasta de su sombra. Las rosas rojas ennegrecen al mirarlas, guardas las espinas en una urna y celebras su entierro. Una cámara sin diafragma, un escenario lleno de oscuridad y resultados dignos de selectas exposiciones. Vamos, lo normal. Qué le hago si pienso que los payasos son los seres más tristes del planeta hinchando globos estrafalarios y pintándose de mil colores con narices mayúsculas. El Sol se ha caído al agua y en vez de evaporarla parece efervescente. El mudo es elocuente el tirano vive en la acera -hoy no cena, ¡vaya pena!- pero sí el mendigo que está en un hotel de cinco estrellas. Un agricultor en una gran ciudad de diseño, un ejecutivo sin prisa. A las personas no les consume el tiempo sino vivir. Encuentro

Objetivos basura.

Voy a colgar la tristeza sin pinzas a ver si así se la lleva el viento. Meter en botes herméticos mis miedos, tirarlos al río. Broncearme de calma. Vestirme con pedazos de esperanzas. Despojarme de angustias. Comerme despacio y en porciones a la impaciencia. Marcarle tres goles al hastío. Darle Red Bull a la desidia, necesita alas emigrar de mí. Ofrecerle éxtasis a la euforia para que se duplique. Hoy, mañana o en meses. Por lo menos intentarlo.
No me mires que el corte sangra y no tengo pañuelos. O mejor, mírame un par de segundos como queriendo divisar el horizonte. Pégate, echa un duelo a mis curvas                                              inexistentes. Existe, existe solo si te pegas. Condiciones muy absurdas. Deseos mezclados con el aire. Mis sentimientos han sido atropellados     por un tren           destino: tu cuerpo. Yo ya no sé cómo decirles que se queden apartados en el arcén delnoarriesgar . Maldito mayo y sus termómetros competitivos. No estoy hecha para el calor ni mucho menos para el amor (tan repelente). Me queda todo tres tallas grande. Escribo mis cataclismos , huele a mis cataclismos . Al caos le vicio y corre detrás de mí pidiéndome la oportunidad definitiva para quererme mal.  En verdad prefiero que no me quieran a que lo hagan igual de nefasto que lo hago yo.

Sin tapujos.

No quiero una de esas historias de sentimientos no presenciales excusas caducadas ilusiones deshechas. Casi sexo casi amor ya lo dijo Diego Ojeda "ni te quitaba la ropa ni llegaba a ponértela del todo." Odio todo lo que se queda a medias las llamadas de teléfono a medias pasar al baño y quedarte a medias mis medias bajadas hasta las rodillas o hablando claro, a medias. A medias tintas medio bocadillo de calamares medio alma que no comparto. No quiero. Detesto una de esas historias de película apasionada de encuentros felices y arpones a las espaldas. De gemidos forzados de correrse con prisa. Tardes de domingo lejos del sofá de hablar entre líneas sentimientos comprados y no decir nada. Qué triste que con más o menos treinta entradas esté aún más perdida que antes. Que sean las dos y media de la mañana,  el reloj se haya parado                          mi tiempo siga muriendo    y mis miedos aumentando.

Boda de Cordura y Locura

Un día se te ocurre sin mucho sentido abrir la parte de arriba del armario. Aparecen toda clase de cosas que no echas en falta y que al verlas te ilusionan. Desempolvé recuerdos. Estuve siendo un pasado pasajero, obviando el presente, desentendiéndome del futuro. Y, cómo no, me quedé absorta mirando un corcho con fotos. Suena estúpido pero por un momento me sentí corcho. Las chinchetas juegan con mi corazón, rebañan, sacan jugo. Algunas veces apuñalan menos fuerte que otras haciéndose las compasivas. Los huecos se quedan ahí y son tan minúsculos que nadie los busca (los miopes deberían tener ventaja). Otras veces el problema dura más que las pilas Duracell (un mito seguro) y todos los días viene la chincheta más grande a abrir más y más el hueco, queriendo romper toda la estructura y sentirse el espermatozoide "listo". Mira que le den. Esto es de tontos. Iba a colocar el párrafo más optimista de mis dieciséis años de existencia      y no.        Se ha ido al igual que todo
Amar a alguien con todas tus fuerzas y que te destroce debe ser como que el propio DiCaprio te hunda el barco del alma    (y te ahogues, y ni por asomo te salve). Convertirte en el hielo del iceberg próximo al naufragio. ¿Es eso? No sé de amores. Me he colocado la coraza más maravillosa del catálogo de instrumentos que protegan la autoestima (por si alguien lo dudaba). ¡Y que bien se está! Confieso que me gustaría que se sentara un individuo delante de mí en el tren, me mirara y escribiera. Que no cite las malditas ruinas de Roma ni Venecia en tus ojos . Es mejor ese naufragio al que yo he llamado amor y que te salgan corrientes de agua de unas cuencas (por sobredosis de razones o nulas) al romperte. Y qué. Cariño, siempre nos quedará Madrid. Las bocas de metro a falta de bocas,    los bares de La Latina,          los cruces en rojo. Nos quedará Madrid y sus calles, sea o no un miércoles apestoso. Aún lloviendo sobre seco tropecientas veces y aunque la lluvia acabe calando

Más y más monotonía

Esta mañana podría decirse que no he hecho muecas ante el espejo. Ni me he palpado el costado. Y os aseguro que tengo un hueco atravesado. Nadie va a contar los gramos de anatomía que me faltan. O a rellenar con besos los pliegues de mi pijama. La solución (de todo este lío) se ha zambullido en la sección de problemas de un libro de matemáticas, sabiendo lo mal que despejo ecuaciones. La vida se ríe de mí, ¿lo oís? El desamor me erosiona en todos los intentos fallidos de amor y la incertidumbre de deshojar margaritas está arrasando el campo entero. Las oportunidades intentan llegar a mi portal, se quedan en la esquina y son barridas por los servicios municipales. Triste ciclo. Triste yo. Quiero mal y solo a ratos, así que, ¿qué voy a recibir? ¿me compro un libro de tontos que me enseñe cómo amar paso a paso? Gran gasto de dinero sería. Nadie elige "estar", y "ser" pasa a ser el verbo principal. Ser esto, ser lo otro. ¿Puedo dejar de ser un poco? El mundo

Nada

Me he quedado anestesiada. Todo gira y yo giro marcandome un vals de dudas. Ni una decepción consigue ser tan gélida como para que sienta un ardor y los deseos no me hacen arder. Los amores exprés de telenovela se pueden ir por la puerta grande. ¡Buen día se ha quedado! ¿Y los nervios? Se habrán cogido un billete para apoderarse del primer alma que se retuerza junto al Muro de Berlín. Debería brindar por el esfuerzo, traficar con mis objetivos, controlar placeres, escoltar lo que soy. Sin embargo me he quedado dando pasos en falso desde abril del año de la tos. Parecen querer robar mis ilusiones para venderlas a un euro en un mercadillo. Que mis ganas se vayan a la vez que cae al suelo la minifalda de una prostituta. Colorear con veneno mis grises para que parezcan bonitos. Y no. Yo quiero ser. Y quiero todos y cada uno de mis grises alineados.                      Y ya de paso pizza, por favor.

Ninguna bruja me ha enseñado nada

He aprendido que el pasado es como un puerto y nosotros barcos que acaban amarrados. Todo finaliza en una mayor o menor dosis de soledad agria. Arrastro palabras intentando pulverizarlas y reviven como esquejes muertos. La música es capaz de tocar el alma con un dedo como si fuera un arpa, y por eso la pongo alta a ver si con tanto toqueteo quita el hielo de mi ventrículo izquierdo. Y he aprendido que no se llega tarde si no te están esperando. No hay parámetros que definan la locura pero existen parámetros del sonido que dan incoherencia al asunto. De cita a ciegas con el inconformismo, asxifia cualquier centímetro de mis tierras no prometidas. Me quiebra no entender y por no entender no entiendo ni a políticos ni a sectas ni a jodidos kamikazes. Al reflexionar ciegan mis entrañas las injusticias, y claro, me pongo a chillar. O escribo. Debería asimilar que a boca cerrada o puño abierto no entran moscas pero sí inyecciones de remordimientos. Y

Dorsal nº135

Puede que los días se me repitan casi tanto como la cena de Nochevieja.  El cielo está envuelto en un vestido de gala gris.  Y yo estoy gris.  Y brillo como si fuera metálica.  Es el color de la poca resolución, define el todo o la nada, no sé. Otro 'no sé' más para la lista de 'no sé's'. Me he quedado atrapada en unos versos de Benedetti y añoro lo que me cuesta tratar si llega.  Me pregunto si no pensaron con antelación que al darme un trozo de vida lo condenaría al caos. Si no pensaron que mi mejor sonido es el silencio y mis mejores actos los que no pretenden nada. Nado para escapar y la corriente me devuelve a mí misma. Me pregunto si no pensaron en ponerme el alma en el estómago. Me sigo preguntando si no se preguntaron el por qué de tener el cuerpo presente y la cabeza en las nubes. Qué paranoico. Me voy a tomar una pastilla para ver si amaina el pensar.  Otra por si la soledad no afloja el ritmo.  No quiero conjugar con nadie el verbo amar si voy

Sin rumbo fijo

¿Qué es de una primavera sin flores? ¿O de una pistola sin balas? ¿Qué es del sexo sin besos? Todo está patas arriba como de costumbre. Un libro en blanco. Un ángel sin alas o más bien un ángel con las alas cortadas. ¿Qué es del frío sin una manta? Un alcohólico sin su botella. ¿Qué es?                        Ya no más,                 (o tal vez sí). Se avecina el golpe del siglo y el gotelé blanco se hace el loco. Las salidas de emergencia dando la nota y ni un pentagrama. Le tapan la vista y anda obligado por la cuerda floja sin rumbo. Las penas vienen y van; algunas se las lleva el viento, a otras les da por quedarse incrustadas a la espalda. Tantas sensaciones metidas en las rendijas del alma que mejor que de ahí no salgan. Necesito un amor a fuego lento como Marwan. Cuantas corazonadas y la coraza de catálogo haciéndose de rogar.  Este es el vigésimo invierno.

Punto y seguido

¿Y mi corazón? ¿Dónde se ha metido? Me ha abandonado, no me lo puedo creer. Seguro que en cualquier lugar se está mejor que con la sangre de un cuerpo medio vivo intimidando. Un momento, noto algo. Me parece que en su lugar hay un temporizador con uno de esos colores estrafalarios. Me reconforta que algo suene en mí a falta de melodías de mis cuerdas vocales tiesas. Al igual que los órganos. Arañan porque odian el objeto sonoro. Preferiría sangrar por las uñas afiladas de un gato. Esa especie de arañazo inesperado que te afirma que no eres consecuente. Quiero abrazos o gallos cantando y solo hay alarmas hasta en los días no lectivos. Y no voy a buscar amores que despedacen y son pintados de revista. Vivir deja secuelas, hacerlo sin saber el doble. Es lógico que cada uno enloquezca, viva y muera a su manera. Pero, ¿y si no se encuentra la forma de vivir o de enloquecer? ¿Uno se está muriendo? Seguro que no, será un estado de stand by o de reinicio lento. Quizá lo que cuesta es encontr

A contracorriente como siempre

Somos tiempo y morimos por culpa de su prisa. Cada bocanada de aire es un poco más inútil si nadie te corta la respiración. Es poco viable el tener un invierno por cada año cumplido y que alguien haga florecer brotes entre la nieve. O algo así dicen cuando se mueren por amor. Pero no, esta vez no voy a esperar arrodillada y sin pitillos a que alguien me ponga de pie. Eso es limitarme y que mis piernas se raspen hasta que corra por ellas sangre. Me río de la promesa de recorrer todos y cada uno de los mares en busca de su princesa. Si un día, y solo uno, esa princesa fuera una sirena de cola turquesa al igual que el valiente enamorado, quizá me lo creería. ¿Y al volar? Sí, también sería más sencillo que correr un par de horas con la mera satisfacción de haber abandonado cuatro paredes un rato. Lo mío no son los vestidos y el tener gracia al hablar, bucear con los ojos cerrados o montarme en el primer avión que pase. No, no soy la Isabel Freyre de un tal Garcilaso. En mi párpado no se

Truncada

He visto rondar a una actriz de prendas oscuras por la calle con prisa. Las esquinas solas al igual que ella la miran pasar. Porque siempre está sola, no cabe duda. Sola y despeinada. La cabeza anda agachada como queriendo buscar luciérnagas con tal de obviar a las farolas. No sabría decirte, por su aspecto la rutina le aprieta, le pesa, le ata. Y sin embargo nunca se ahoga. Pide un café con leche de máquina y lo mezcla con una cucharadita y media de azúcar exactamente. Sale del establecimiento a las 10:17 y se coloca el pañuelo bien a la segunda. Acto seguido prende un cigarro y es pasmosa la velocidad con la que el humo se libera de esa prisión compacta y vuela. Se disipa. No deja rastro, solo en la cajetilla hay un vicio de menos y un motivo de más para no enloquecer. Me parece que ella también se quiere ir como el humo algunas veces. Rápido como sus pasos por la acera, veloz como el poco tiempo que tarda en llegar el dolor y cómo se desplaza por ambos extremos del cuerpo. Es actri

Guerras

Escribir para que las palabras se mezclen con la noche en una velada extraordinaria y me sienta la princesa de mi papel arrugado. Ser sutil, seca, en activa o en pasiva, que el bolígrafo escupa tinta sin tregua. Todos en sus posiciones. Yo dividida en dos bandos: mis tormentos vestidos de realidad y mi fuerza disfrazada de dama. ¿Preparados? O aún sin estarlo... Apunten, fuego. Armas luchando con mis ganas arrinconadas, aprieto la mano contra la mesa buscando paz. Disparan y no me percato porque tanto ruido provoca sordera. Hay ruinas y daños superficiales; vacilo en lo que pongo, lo tacho, lo coloco otra vez con flechas. Otro atentado contra mi cuerpo que no consigue matar a mis esperanzas. Se me acelera el corazón y corre que se las pela. "Morir por un infarto poético o quizá narrativo. ¿Creíble? Lo dudo". Garabateo y por fin surge algo y aparezco en un mundo ideal, sola. Alrededor de mí se levanta un pesado búnker. Quizá ahí es donde termino siempre enredada, me olvid

Ultimátum

Mis clavículas son precipicios en los que corres peligro, abandona. Es probable que te enredes en mis cabellos oscuros y te apeste el olor a champú. Te caigas en seco por mi espalda y no sea el tobogán que te libere del chichón. Aún herido, vagarás por mis piernas largas y difíciles de atravesar, entre la espada y la pared, el salvavidas o yo. Porque no seré capaz de salvarte y lo sabes, asúmelo. Mis dedos llegarán, como siempre, nueve segundos después del impacto. Otro golpe tuyo que me duele a mí el doble. Contemplas mis uñas y, dentro de lo que cabe, están dispuestas. Sin embargo te sientas encima de la más desgastada. En mis nudillos se han levantado dunas secas y algo coloradas. Precaución, no te mueras de sed entre tantos miles de desiertos.  Pero no, te pegas a mi ropa como queriendo hacerla trizas. Te subes por el cuello. Me hablas. Me giro. Me lo repites, te miro y me río para llenar el aire de sonidos. Te acercas tanto que me tapo la cara hasta dejar de reflejarme en unos oj

Fuera de cobertura

Quizá todo esto sea un sueño del que nunca te despiertan a gritos porque no hay nadie en un espacio-tiempo tan inaccesible. Rozar el cielo y elevarse al infierno. Lo bueno equilibrado con lo malo o que difiera la teoría y se rompan todos los esquemas. Antojos de embarazadas y el de querer tréboles de cuatro hojas. Acostumbrarte al ácido sulfúrico como sinónimo de palabra. Asumir que si tienes miedo nadie va a cantarte una nana. Es caminar e incluso correr para volver al mismo sitio del que habías salido. Pierdas o no trenes, aviones y oportunidades. La lágrima aguafiestas recorriendo la mejilla al ver una película, respirar dolor, la consecuencia de los ataques de risa exagerados o un motivo nada concluyente. Tener claro que no es una muestra de debilidad. Necios los que no lo hacen, así no se les enjuaga el ojo para mirar con otra perspectiva. Es levantarte, con el pie derecho o el izquierdo, y querer volver a la cama. Ver tantas mentes encerradas en unos ideales y pensar- ¡ojalá pud

Cartas

Un iris que me mira, se expresa, chilla, empapa, rompe y reconstruye cuerpos. Que se disfraza de colores según la estación o la meteorología. Y aún así deleitan hasta al más invidente. Unos labios que piden conquista o guerra, es dudoso. Finos, nunca pintados de colores fuertes porque son capaces de levantar fortalezas por si solos. Que sueltan aclaraciones inútiles para romper el denso silencio pero elegantes en momentos serios. Preciosa con kilos de más o de menos. Poco importan sus vicios. Sin curvas de vértigo. Varía en cuanto a las musas de un escultor y el resto de sus oficios.  Y preciosa- ¡Maldita sea! - preciosa, y lo repito. Con abrazos de libros de fantasía. De estos de los que dejas de tocar el suelo y obvias hasta la mayor hecatombe mundial. No sé si con un corazón o una coraza. Ama a lo loco y se deja querer solo a ratos. El fin de una mortífera guerra. La X de la ecuación más compleja. El salvavidas del naufragio. La esperanza de recuperarse de una enfermedad. Mej

Rutina.

Dice Neruda que puede escribir los versos más tristes esta noche. Escribir, por ejemplo, que la noche está estrellada, y tiritan, azules, los astros, a lo lejos. Efectivamente, miro y en el cielo hay minúsculos boquetes brillantes pero nada demasiado poético. Huele a suspiros que se han confundido con el aire y a desamor en su versión más cómica. Las muecas y gestos son figuras talladas que expresan emociones. En la piel hay marcados recuerdos, de poco nos sirve aprender las partes de la dermis y la epidermis. A mi derecha está la Calle Melancolía porque guarda toda clase de misterios en sus recovecos y a la vez me resulta simple y estúpida. Parece que hay que darse prisa y salir de ella, que mis ganas suban de porcentaje. El frío hiela y resulta sedante, es la figura pasiva que te congela los dedos para que no puedas escribir, ¡qué sofisticado! Las mismas tiendas y parques, las mismas esquinas. La farola que nunca alumbra. Las casas que parecen prisiones. El intento de rotonda expect