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Mostrando entradas de enero, 2016

Estupidez

Como el perro que mira al dueño esperando una respuesta. Como el dueño que troncha el interruptor de la luz, y es aún más miserable que el perro. Como el sueño cuando gobierna las habilidades. Como la necesidad constante de que me vistan de amor propio. Manifestaciones, comida desperdiciada, egoísmo, miedo, país oxidado. El poco arriesgar y hablar de más. Llenar el aire de banalidades para evitar que el silencio suene a estruendo. Confesarse, desmantelar tu coraza y escupir debilidades, y alguna víscera, en manos ajenas. Bailes, goce necesario, faldas cortas, bares repletos, éxtasis muerto. Que te digan que eres genial, maravillosa, fantástica. Que prometan hasta la saciedad, dejando a la puerta sin llaves. Otra despedida. Espera, que me caliento otro café y hago como que me importa. Relojes, prisas, política, modas, porros. Concienciarse de que si, por un casual, eres añicos, nadie sabrá incubar de ganas tu frío. Rutina que carcome. Miradas desinteresadas, malvados murmul

(...)

Supuestamente naces, creces, te reproduces y mueres. Creo, sin embargo, que naces, matas el rato, los complejos te ahorcan y el tiempo te hace polvo. No naces para corregir todos tus defectos. No naces para ser un ejemplo (o para ser cómo a otros se les antoja). No naces para torturar cada parte de tu cuerpo. Naces para intentar ser. ¿Me oyes? El canal me vacila. El reto está servido. Que comience la batalla de respirar. Cómo solo te dediques a repartir tu munición, y no la uses, estás muerta. Aún no lo sabías. Qué buena eras. Qué bien saben aplastar la inocencia mientras clavan los dientes. Los miedos son los primeros en coger las velitas de cada uno de tus entierros. Te mueres cada dos por tres. Necesitas reiniciarte lento, pequeña. Tan lento como las margaritas se deshojan solas. /Hago un inciso./ Si es un fulano que dice que me querrá hasta que el ramo de flores se marchite en mis manos, y una es de plástico... Dile que se vaya. No quiero flores. Quiero que los miedos

Bloqueo

La que baila mal en los bares y no vende sus ganas a cualquiera. Yo. Soy la melancolía de un pañuelo de despedidas y potencia en los ventrículos. ¿Quién sino? La pereza de los lunes y el dolor de pies de los sábados. Soy hiato y prosa mala. Ma-rí-a. Encantadora y perdona-vidas según mi padre. Maremoto de palabras varias.  Vorágine. ¿Tiempo al tiempo? Que le jodan a eso. Los minutos se me escapan como el agua entre los dedos. Me niego a cederle más leña al fuego. Total, nos acabamos quemando. Solo queda tantear en vagos cuerpos algo que no existe. Solo queda intentar (ser) en brazos agarrotados de deseo. Solo queda dejarme caer en las esquinas. Llenar los vasos un poquito más de la cuenta. Ponerme el carmín más rojo. Masticar los chicles a deshora. Esquivar como una víbora. Decir que soy mía y no de nadie. Pero que solo con un cuerpo haría una sinfonía (desafinada). Ya está la angustia llamando a la puerta. El desamparo inunda con egoísmo todo mi cuerpo. Poseer no es la p