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El perdón

Érase una vez la historia de un perdón.

Elaboré yo misma un bálsamo con el que despojarme de la frustración. Creo zambullirme en él para alejar de mi alma los desenlaces fatales.

Por la espina dorsal asciende un rayo que enmudece mis sentidos y me perdona. No es misticismo. Conecto con la piel que recubre el hueso -mi hueso- y no soy tan ajena. Repaso mi silueta en el espejo y todas mis partes entran en comunión en una trinchera sin armas. No corren ríos de sangre. Desaparecen las hojas afiladas.

En la historia de un perdón, tu agarre ya no me domina porque te arrebato el poder que crees tener. Y me doy cuenta de que somos iguales. Tú, yo y cualquiera. Si te dejo escalar, solo tratas de acariciar tu inexplicable ambición en la cima del pedestal. Pero aunque lo logres -aunque tu utopía parezca materializarse en mi cuerpo- está en mí mirarte de frente y no a los tobillos. No eres nada de eso. Se diluye tu autoridad en el momento en el que no acato ninguna de tus estúpidas reglas.

Ya no cabe en mí más culpa. Mi pulcra inocencia ahora es sabia. No corro a socorrer lo que yo no he herido si solo me dedicas una ristra de desplantes.
No cabe en mí la eterna espera de la salvación, los buenos tiempos, la caricia lejana y los reconfortantes brazos.

Me he perdonado. Crecen flores en mi suelo, yermo como una playa.

No hay mayor valentía que la de reconstruirse con la dedicación que solo tú puedes regalarte. Mayor valentía que acercarse a la esencia que siempre ha parecido difusa e inalcanzable.

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"Paradoja"

quiero hablar a todos de ti que tu nombre haga suyo el espacio y sepan entonces quién es esa mujer magnética y sencilla que a veces habita mi cuerpo. y también tengo la urgencia de ocultarlo todo con egoísmo y torpeza permitiendo acaso el susurro quedo de las letras por las que te llaman en un vago intento de que sepan que tu sendero sacudió el mío circunstancialmente y así el aire no contamina tu imagen de puro óxido y las palabras, siempre huecas y mundanas, no se equivocan al plasmar la esencia de la creación: sin dios ni leyes ni intérpretes ni visitas   levantándose a nuestro alrededor colosal.

Aclaro que quiero en exceso

Nadie me versa ni me besa ni me recita absolutamente nada. No me separo de mis libros de poesía porque me dan la vida que otros me quitan a golpes. Hace tiempo que no espero que me quieran a lo grande. No se dejan la piel por mí y la mía está hecha tiras. No me vale, no, no vale. Considero que los sentimientos han de ser como fuego a veces. Querer es sufrir un poco. Nunca he sabido querer sin excesos. Se me va la vida queriendo (en lo que tardo en coger aire, encarcelarlo y devolverlo al cuarto). Aún sigo esperando que Beatriz me lea en voz alta con la marea igual de alta de Murcia. (Hablaría del trasiego de las olas bravas y espumosas de fondo pero es algo casi inexistente en esos lares.) Escribo como si delirase; las palabras no encuentran ningún obstáculo para saltar del habitáculo de mi revuelta cabeza al papel. No las paro. No tengo fuerzas. Me compadezco de Lorca cuando dice "¡Ay qué trabajo me cuesta quererte como te quiero!". Es verdad, cuesta una tristez

El verde es oscuro.

Si no te van a estallar hasta los ventrículos de tanto quererme, no quiero que me quieras. Para eso yo ya sola me quiero. A medias, claro. Con esa especie de puntería distorsionada que nunca te permite acertar.   Y, aún así, lo intentas. Me frustra no poder describir la lentitud con la que el curso de las cosas está arrasando cualquier resquicio de luz con vistas a un futuro placentero (que hace tiempo que evito con todas mis fuerzas). Tengo miedo. Mis pies se convierten en esas raíces que van a parar al suelo y acidifican el terreno. Nacen hojas por mis piernas; se eleva esa prometedora enredadera que el jardinero mira con júbilo atragantándose con su vano mérito. Se retuerce por mis caderas con una fuerza atroz, la respiración se atrinchera en mis pulmones, mi frágil piel se viste de morado. Me doy cuenta de que cada vez estoy más verde y más anclada en algo que detesto. Recibo numerosos estímulos exteriores que me desagradan de sobremanera. Quiero huir, decido huir, me ahogo, no