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Piel con piel

Sueño con pieles incorpóreas y lejanas.
Con la fusión de cuerpos que encajan sin protocolos.
La brecha de un desajuste me aleja de todo lo que no controlo.
Realizo un esquema paso a paso como limando mis asperezas. Planifico mis impulsos. Domo cualquier rebelde desliz.
Oteo pieles desnudas desde la distancia. Un raciocinio imperdonable me colapsa. No sé qué es la pasión.
Parezco Cortés, el estratega, en la América de la abundancia.
Te acercas y esperas algo de mí y, no sé, en realidad, qué puedo darte. ¿Qué es lo que buscas?
Salgamos de aquí. Huyamos de la herida burbujeante. No dejes que me pise los talones.
¿Cómo es la anarquía de cuerpos que juegan a encontrarse? ¿Cómo alguien se emborracha de deseo?
Léeme un cuento mientras purifico mis entrañas.
No dejes de hacerlo.
Quédate cuando me tire en el colchón con la frustración en las venas. Cuando la voz se pierda en el aire y me amurallen fachadas invisibles.
Quédate si una ansiedad me estrangula. Si un miedo irreconocible, del que no me despojo, acampa en mi sangre.
No nos reduzcamos a buitres que se alimentan de la sangre del otro, de la pena del otro, de la flaqueza del otro.
No desplomes baldosas en mi espalda. No esperes nada que no pueda ofrecerte.
No podré aguantarlo.
No acariciemos el amor de lejos por miedo a que nos devore. No hagamos el amor de forma desconsiderada, inútil y corrosiva. No nos convirtamos en nada de eso.

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