-Me preguntaba si...quizá tú...tú querrías salir conmigo-titubeó con miedo a esperar la respuesta- es tu decisión. -¿Te has fijado en las bonitas vistas que se observan desde este banco de madera? ¿Te has cuestionado por qué en otoño las hojas se desprenden de sus hogares sin mirar hacia atrás? Tu mente está igual de desordenada que estas hojas repartidas por el suelo. Son un caos, ¿lo ves? Aún así me atrevería a gritar que es precioso. Noto tus mejillas sonrojadas como el color de éstas, mire o no a tus ojos con un azul más intenso que ese carrito de helados de la derecha. Me imagino tu desesperanza parecida a la de las familias de valientes soldados de guerra cuando no tienen noticias nuevas. Nos hallamos en una maravillosa guerra de árboles, Frank. Y noto como tu impaciencia da patadas a tu débil corazón que en ocasiones no te causa más que desmayos. ¿Sabes cuál es la respuesta ya? El joven impulsado por su conciencia no dudó en sonreír y ofrecerle un cálido beso.