Nunca entenderé el por qué de gastar "te quieros" sin sentirlos en el fondo del pecho. Por qué. Por qué no se envían casi cartas. Por qué. Por qué pienso tanto y siento tan poco, hasta que la pasividad me inunda como un océano helado a un minúsculo niño que no sabe nadar. Por qué. Por qué nos pasamos las horas mirando las pantallas de los móviles en vez de contemplar el azul del cielo. O el gris. Por qué los días pasan como las golondrinas del poema Bécquer según la canción. No hay tiempo para nada, ¿dónde se han quedado las conversaciones en el metro con desconocidos? Y el por qué del vaivén de los trenes. Por qué rompemos el hielo en los ascensores hablando del azul del cielo, el cual no nos paramos a observar. Por qué. Por qué siempre recibo los mismos mensajes con una temática tan aburrida que asusta y aún así sigo atenta al maldito cacharro luminoso. Por qué. Por qué a veces es más fácil escapar a esperar a que nos propinen golpes, y no principalmente de suerte. Por qué... Por qué se consumen los cigarrillos al igual que los cuerpos. Y por qué he perdido más de quince años de vida sin comprender absolutamente nada.
Sueño con pieles incorpóreas y lejanas. Con la fusión de cuerpos que encajan sin protocolos. La brecha de un desajuste me aleja de todo lo que no controlo. Realizo un esquema paso a paso como limando mis asperezas. Planifico mis impulsos. Domo cualquier rebelde desliz. Oteo pieles desnudas desde la distancia. Un raciocinio imperdonable me colapsa. No sé qué es la pasión. Parezco Cortés, el estratega, en la América de la abundancia. Te acercas y esperas algo de mí y, no sé, en realidad, qué puedo darte. ¿Qué es lo que buscas? Salgamos de aquí. Huyamos de la herida burbujeante. No dejes que me pise los talones. ¿Cómo es la anarquía de cuerpos que juegan a encontrarse? ¿Cómo alguien se emborracha de deseo? Léeme un cuento mientras purifico mis entrañas. No dejes de hacerlo. Quédate cuando me tire en el colchón con la frustración en las venas. Cuando la voz se pierda en el aire y me amurallen fachadas invisibles. Quédate si una ansiedad me estrangula. Si un miedo irreconocible,...
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