Hoy quiero ser algo. Es una frase vaga, con poca dedicación al escribirla, quizá. Pero a la vez lo es todo. Puedo concretar, algo para alguien. Ya he dado en la diana y no pienso borrarlo y huir corriendo a cualquier lugar de la casa. Esta vez no. Se acabó esconderse de espejos y miradas, de preguntas al esquivarlas, de lo lógico o idealizado, vaya o no peinada, suspire o no rotos, ande o no descalza. Aunque suela pasear mis defectos por la calle sin querer y me pase el tiempo escribiendo en desastrosas hojas, ordenadores y hasta en notas táctiles. Que mi corazón quiere ser pura poesía y mi cabeza, encontrar a alguien que me haga sentir poderosa como un verso. Conocer el lunar al que más cuesta llegar con la ruta de mi dedo por el paraje de su cuerpo. Saber que los jueves a las cuatro de la tarde se encuentra a un chaval con moto y a una joven de una floristería saludandose en una calle que ni conozco. No deseo que me regale flores. Quiero ver mil veces como achina los ojos al mentir y reírme al darme cuenta. O que me prepare siempre la misma cena porque sus cualidades culinarias brillan por su ausencia. Necesito cogerle del brazo y andar por las enmarañadas calles de Madrid, que se expire mi noción del tiempo y perdernos por la bella ciudad. O alguien que me entienda sin dar explicaciones desganadas. Quiero ser prisionera de un alma, me lleve o no a enloquecer. Enamorarme aún sabiendo que saldré malparada. Dar todo de mí, mi templanza y mi caos, mis reflexiones y mis paranoias, mi tristeza y sonrisas abiertas. Meterme de lleno y dejar de pensar en cuando sonará un estrépito, abrir los ojos y ver que he sido yo la que se ha golpeado contra la condenada ilusión. O tal vez mi sentir. Y poder revivir mariposas, si es que cuento con ellas en mi regazo al no morir por insecticidas de soledad. Describir sentimientos en mis ratos de estudio, montar ideas y dar vida a palabras para ti. O tal vez no parecerme a la vecina de secundaria del tercero que cree necesitar un máster para dar su primer beso.
quiero hablar a todos de ti que tu nombre haga suyo el espacio y sepan entonces quién es esa mujer magnética y sencilla que a veces habita mi cuerpo. y también tengo la urgencia de ocultarlo todo con egoísmo y torpeza permitiendo acaso el susurro quedo de las letras por las que te llaman en un vago intento de que sepan que tu sendero sacudió el mío circunstancialmente y así el aire no contamina tu imagen de puro óxido y las palabras, siempre huecas y mundanas, no se equivocan al plasmar la esencia de la creación: sin dios ni leyes ni intérpretes ni visitas levantándose a nuestro alrededor colosal.
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