"A no ser que salga de tu alma como un cohete, a no ser que quedarte quieto pudiera llevarte a la locura, al suicidio o al asesinato, no lo hagas. A no ser que el sol dentro de ti esté quemando tus tripas, no lo hagas."- Bukowski.
Te has acercado casi tanto como para mutilar mis tres próximas inhalaciones. Tu aliento llena de bochorno el lóbulo de mi oreja. Es suficiente. Te siento a centímetros. Suficiente.
Y no te das cuenta. O no te da la gana.
Y te retuerces haciendo volar tus amoratadas piernas.
Y te recostas.
Y vuelves a dejar caer tu cuerpo.
Tienes la condenada capacidad de convencerme con un "¡quédate!" barato en expectativas. Más bien esa palabra no guarda algunas de mis perspectivas escondidas debajo de la piel, pero sí otras.
Quiero huir de tus redes pegajosas. Evitar roces y tu piel tersa tripulando otros cuerpos.
Mis órganos arden y se apagan a un ritmo de película.
Ando dos pasos. Suplicas. El tercero y cuarto empiezan a ser complicados. El quinto imposible. Me detengo en medio de la estrafalaria acera, y miro una señal de tráfico más estrafalaria aún. Mis entrañas aúllan cada vez más fuerte. Lo disimulo con talante decidido, postura recta.
Y sigues en tu mundo de amores pasajeros y viajes por camas.
Y prendes.
Y espolvoreas ceniza en el asfalto.
Y me entran ganas de propinarte todo el odio del mundo en trece segundos. Antes de conseguirlo, recuerdo que te quiero un poco más de lo que te odio. Te has vuelto a salvar. Me siento como un mago al que se le han olvidado todos los trucos en medio de una actuación.
Me giro. Has ganado otra vez. Sé que volver a acercarme implica que el alma se me escurra de cuando en cuando.
Me exprimes, cómo quien más, para luego venir a socorrerme. Bajo de la ambulancia de tus ánimos. Me auscultas el pecho con desesperación entre tus piernas. Barajas la opción de primeros auxilios y la llevas a cabo. Oleada de paz de tus manos. Dices cosas que no entiendo. Creo volar con mi cuerpo postrado y sudoroso.
-Ya sé tu diagnóstico,-sentencias con resolución-, alguien te lo ha causado, y no por contagio.
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