Ir al contenido principal

Punto y seguido

¿Y mi corazón? ¿Dónde se ha metido? Me ha abandonado, no me lo puedo creer. Seguro que en cualquier lugar se está mejor que con la sangre de un cuerpo medio vivo intimidando. Un momento, noto algo. Me parece que en su lugar hay un temporizador con uno de esos colores estrafalarios. Me reconforta que algo suene en mí a falta de melodías de mis cuerdas vocales tiesas. Al igual que los órganos. Arañan porque odian el objeto sonoro. Preferiría sangrar por las uñas afiladas de un gato. Esa especie de arañazo inesperado que te afirma que no eres consecuente. Quiero abrazos o gallos cantando y solo hay alarmas hasta en los días no lectivos. Y no voy a buscar amores que despedacen y son pintados de revista.
Vivir deja secuelas, hacerlo sin saber el doble. Es lógico que cada uno enloquezca, viva y muera a su manera. Pero, ¿y si no se encuentra la forma de vivir o de enloquecer? ¿Uno se está muriendo? Seguro que no, será un estado de stand by o de reinicio lento. Quizá lo que cuesta es encontrar la tecla de encender con los ojos tapados y hay que palpar en la maraña de desesperanza.
Las palabras se juntan solas y me da miedo destrozar frases. Creo que no tengo nada que decir y no paro. Los extremos no son buenos.
Si tuviera que hablar sobre mis sentimientos
la
    hoja
            se
              quedaría
                           en
                                blanco
                                                      y
                                                yo
                                          con
                                    mi
                            vacío.
Si engañáis a un folio tenéis un problema.
Ah sí, que ya es marzo y no el noviembre siempre triste de la canción. La diferencia es que a mí nadie me propone guerra. Y mejor.

Comentarios

Entradas populares de este blog

"Paradoja"

quiero hablar a todos de ti que tu nombre haga suyo el espacio y sepan entonces quién es esa mujer magnética y sencilla que a veces habita mi cuerpo. y también tengo la urgencia de ocultarlo todo con egoísmo y torpeza permitiendo acaso el susurro quedo de las letras por las que te llaman en un vago intento de que sepan que tu sendero sacudió el mío circunstancialmente y así el aire no contamina tu imagen de puro óxido y las palabras, siempre huecas y mundanas, no se equivocan al plasmar la esencia de la creación: sin dios ni leyes ni intérpretes ni visitas   levantándose a nuestro alrededor colosal.

Mi pájaro

“Se olvida pronto, se olvida el sudor tantas noches, la nerviosa ansiedad que amarga el mejor logro llevándonos a él de antemano rendidos sin más que ese vacío de llegar, la indiferencia extraña de lo que ya está hecho."- Gil de Biedma. Me he bañado en arcilla de rassoul y coco y, al rato, la pena ha anidado en mi garganta. Las ramas han herido con violencia a mi pájaro azul, instigándole a pronunciar aturdidas sílabas. Inevitablemente me he acordado de Bukowski: "hay un pájaro azul en mi corazón que quiere salir pero soy duro con él, le digo quédate ahí abajo, ¿es que quieres montarme un lío? ¿es que quieres fastidiar mis obras? ¿es que quieres que se hundan las ventas de mis libros en Europa?" Mi pájaro ha cedido. Se ha manifestado con un grito ahogado a la hora de comer carne guisada. Me saturo dentro de mi pellejo. No soy capaz de analizar, pensar, objetar nada al respecto. Más que felicidad quiero ser la calma de las olas. Olas libres y es

Aclaro que quiero en exceso

Nadie me versa ni me besa ni me recita absolutamente nada. No me separo de mis libros de poesía porque me dan la vida que otros me quitan a golpes. Hace tiempo que no espero que me quieran a lo grande. No se dejan la piel por mí y la mía está hecha tiras. No me vale, no, no vale. Considero que los sentimientos han de ser como fuego a veces. Querer es sufrir un poco. Nunca he sabido querer sin excesos. Se me va la vida queriendo (en lo que tardo en coger aire, encarcelarlo y devolverlo al cuarto). Aún sigo esperando que Beatriz me lea en voz alta con la marea igual de alta de Murcia. (Hablaría del trasiego de las olas bravas y espumosas de fondo pero es algo casi inexistente en esos lares.) Escribo como si delirase; las palabras no encuentran ningún obstáculo para saltar del habitáculo de mi revuelta cabeza al papel. No las paro. No tengo fuerzas. Me compadezco de Lorca cuando dice "¡Ay qué trabajo me cuesta quererte como te quiero!". Es verdad, cuesta una tristez