Ir al contenido principal

Estupidez

Como el perro que mira al dueño esperando una respuesta.
Como el dueño que troncha el interruptor de la luz, y es aún más miserable que el perro.

Como el sueño cuando gobierna las habilidades.

Como la necesidad constante de que me vistan de amor propio.

Manifestaciones, comida desperdiciada, egoísmo, miedo, país oxidado.

El poco arriesgar y hablar de más. Llenar el aire de banalidades para evitar que el silencio suene a estruendo.

Confesarse, desmantelar tu coraza y escupir debilidades, y alguna víscera, en manos ajenas.

Bailes, goce necesario, faldas cortas, bares repletos, éxtasis muerto.

Que te digan que eres genial, maravillosa, fantástica. Que prometan hasta la saciedad, dejando a la puerta sin llaves.

Otra despedida.
Espera, que me caliento otro café y hago como que me importa.

Relojes, prisas, política, modas, porros.

Concienciarse de que si, por un casual, eres añicos, nadie sabrá incubar de ganas tu frío.

Rutina que carcome. Miradas desinteresadas, malvados murmullos. Mensajes en cadena de WhatsApp y la tabarra de los despertadores.

Un brindis por lo que nunca será.

Tintes tóxicos, barras de labios, zapatillas caras.
El gilipollas que te toca el culo en el metro sin consentimiento.

Literatura, joder. Quién necesita musas si Ella te arropa los pies. Si te enseña que la crudeza puede emebellecerse, que todos somos un poco ruinas.

Ruinas. Soy el violín sin cuerdas. Ruinas. La dependencia de un drogadicto. Soy oscuridad y, como siempre, ecuaciones que nadie quiere entender.

Opresión, sexo, consumismo, miedo, tiroteos. La pandemia de la ignorancia.

Sentirte frágil, insignificante, flor.
Fuerte, poderosa, enredadera.

Abarcarlo todo es imposible.
Me pido otro brindis aunque no tenga un motivo para brindar.

Comentarios

Entradas populares de este blog

"Paradoja"

quiero hablar a todos de ti que tu nombre haga suyo el espacio y sepan entonces quién es esa mujer magnética y sencilla que a veces habita mi cuerpo. y también tengo la urgencia de ocultarlo todo con egoísmo y torpeza permitiendo acaso el susurro quedo de las letras por las que te llaman en un vago intento de que sepan que tu sendero sacudió el mío circunstancialmente y así el aire no contamina tu imagen de puro óxido y las palabras, siempre huecas y mundanas, no se equivocan al plasmar la esencia de la creación: sin dios ni leyes ni intérpretes ni visitas   levantándose a nuestro alrededor colosal.

Prisas

Ayer la lluvia invadió con violencia las calles de Madrid. Hoy he conseguido otear alguna que otra gota y he sacado de la manga un verdusco paraguas sin gracia. A mí, sin embargo, me invade el nerviosismo con la misma violencia con la que la borrasca se abría paso entre las aceras. Soy inercia o un saco de nervios tan desaliñado que quemo. No, no dejéis que la pasividad os atropelle. No confiéis en su mirada pura e inocente. A fin de cuentas es una víbora (y yo el blanco más fácil del siglo). Escribir es palparte los boquetes con el dedo índice y escupir el tormento. En mi caso, claro. Es salvavidas, pozo y tachones. No pretendo nada. Son las palabras las que me buscan mientras yo intento concentrarme en mi maraña de quehaceres. Y siempre, siempre ganan. Chillan en mi tímpano que desean ser plasmadas; yo las lanzo contra el papel sin apenas pensar. Lo recalco. No lo busco. Surge. Hablo de la misma química que nac...

Babilonia

No rebases la línea desdibujada que separa cuerpo y cuerpo si no quieres ser otro experimento macabro más. Cantaré como una amenazante sirena en su bahía de lagunas. Querré pieles frescas, nuevos aromas. La causa incausable de mi maldad no será otra que mis carencias y mis malas gestiones emocionales. Mis ojos no abrasarán de deseo. Acaso parecerá que te miro maravillada y que tú eres la esplendorosa muralla de Babilonia elevandote frente a mí. Mi óptica se distorsionará y creeré, o me obligaré a creer, que te necesito para abrigar mi periferia y mi sangre con adobe pulido, con adobe benevolente. Con aquel que emana de tus tripas. No soy capaz de amarte. Caeré en dolorosas dudas y me compadeceré de ti como perro abandonado. Seré Penélope, tejiendo y destejiendo un entramado de exculpaciones para que me perdones, o mejor, para limpiarme de pecados. La imagen mental que creía que te retrataba no es otra que Pompeya. No soy capaz de amarte. Querrás un beso y mi lengua de fueg...