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(...)

Supuestamente naces, creces, te reproduces y mueres.
Creo, sin embargo, que naces, matas el rato, los complejos te ahorcan y el tiempo te hace polvo.

No naces para corregir todos tus defectos.
No naces para ser un ejemplo (o para ser cómo a otros se les antoja).
No naces para torturar cada parte de tu cuerpo.

Naces para intentar ser.
¿Me oyes?
El canal me vacila.
El reto está servido.

Que comience la batalla de respirar. Cómo solo te dediques a repartir tu munición, y no la uses, estás muerta. Aún no lo sabías. Qué buena eras. Qué bien saben aplastar la inocencia mientras clavan los dientes.

Los miedos son los primeros en coger las velitas de cada uno de tus entierros. Te mueres cada dos por tres. Necesitas reiniciarte lento, pequeña. Tan lento como las margaritas se deshojan solas.

/Hago un inciso./
Si es un fulano que dice que me querrá hasta que el ramo de flores se marchite en mis manos, y una es de plástico... Dile que se vaya.
No quiero flores. Quiero que los miedos se mueran de vergüenza porque les han desnudado el coraje. A tomar por culo las velas.

A veces crees en el amor y te estudias su prospecto sin leer la letra pequeña. Muy común.

Solo te salvan unas manos. Solo alguien soporta el peso de tus emociones pasajeras.

Estás más guapa cuando te da todo igual y bailas como si se fuera a despedazar el mundo.

El papel te acobarda. Te inyectas poesía.

Sigue bailando.

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