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Líos multiplicativos.

Quiero acariciarte el pelo mientras te digo que la vida podría ser menos puta si mi cuerpo roza el tuyo. Desgastarte la piel y los miedos. Que los zarandeos me permitan hacer una instantánea rápida de Pisa en tu cama. Anidar en tu pecho como un pájaro indefenso al que se le renuevan las alas con el traqueteo de tus latidos. Frío en la calle, nuestro empeño en una mágica combustión. Tirar la manta por la ventana y ver en bragas cómo se luce la Luna esa noche. O más bien, cómo lo intenta.
Su brillo triplicado no supera tu figura despeinada impregnada de sudor.
Ni cuadriplicado
ni quintuplicado
ni sextuplicado.
Y no sé cómo es con el número siete.
                Aún así,
                              hazte a la idea.

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