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Me desenmascaro.

No me importaría que una tormenta perforase cada uno de mis poros. Pensar solo en empaparme. Pasar frío. Piel de gallina. Mojarme hasta las costillas. Quedarme desnuda como si un pintor quisiera plasmar mi esencia. Pisar charcos con mis descuidados pies. Chillar al encapotado gris que no me asusta. No ser. Abandonarme, dejarme varada en el pasado. Seguir gritando. Ahogarme en mis lacrimales. Calarme de diluvio y no de pena. Sumergirme. Buscar el tesoro. Tragar agua. Encogerme con pasividad. Atragantarme. Ser arropada por un trueno. Reírme fuerte. Muy fuerte. Reírme falso. Reírme sucio. Hacer ruido. Llenar la calle de ruido. Hacerme ver. No, no hay nadie que me vea. Ahogarme porque mientras me ahogo solo pienso en salvarme. Me doy otra oportunidad de las noventa y nueve que ya he mendigado a la manga. Me invado de cursilerías dichas en voz bajita (por si surte efecto). Dar patadas a la borrasca en vez de propinar golpes a muros de hormigón. No sangrar, no gritar, volver, secarme, vestirme, maquillarme, pensar en lo de siempre, hablar más que de costumbre. Ilusionarme con económicas conversaciones. Comer como si no hubiera un mañana. Reírme verdadero. Reírme limpio. Neutralidad. Agobiarme. Sacudirme en mi maraña de pensamientos que taladran. Que la rabia me sofoque. No entender nada. Enfadarme. Portazos, palabrotas. Desesperarme porque sigo sin entender nada. El corazón no para de rajarme las arterias. A veces me descompone y no lo noto. Chillar que estoy asustada. Quejarme. Pillar a un inocente individuo y cantarle las cuarenta. Que se crea que estoy loca. Huir porque quedarse significa mantenerse. Ahogarme. Seguir gritando. Las gotitas se abren camino entre mis mejillas. Arroparme. Dormir y sentirme muerta. Levantarme, ser ojeras, ir al espejo. Ser de nuevo. Ser con énfasis.

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