Quiero alojarme un rato en tu dolor y abrazarlo. No me importan las consecuencias de tanto atrevimiento. Hace tiempo que el sonido a disparo no me asusta. Los golpes en seco caen en húmedo.
Abrazarlo y abrazarte. Sé que no me dejas más de dos segundos. Te abruman los roces y los susurros en el oído. Siempre tan tuya.
Un.
Dos.
Dejo el contacto sin que me lo pidas.
Dos horas de explicaciones, daño y vasos. Tu sinceridad te convierte en un libro al que solo le quedan las hojas en blanco. Las cuerdas vocales explotan con tanto capítulo. Abro la llave de contacto de tu alma. Nunca has sido fácil, y me encanta, así que me quedo en el umbral de tus entrañas. Entrar de sopetón con un vuelo directo haría aflorar tu desconfianza.
Te hablo sin emitir palabras altas y asquerosamente desagradables.
"Limitarse es cercar posibilidades de ser o estar. Arrinconar contra el gotelé. Enjaular. ¿Entiendes?
A veces lo mejor es prender con gasolina la zona de confort. Afilar un cuchillo y que la monotonía se reduzca a un montón de trozos en una esquina. 'No solo respirar es vivir'. Inhalar y exhalar aire es sobrevivir dando tralla a los pulmones. Nada más."
Entiendes lo que digo, pero tus ojos se clavan en mi retina como pidiendo aclaraciones. Mi autorrealización intenta despeñarse.
Quizá por un momento la positividad me muerda como una vampiresa benigna. Necesito despejar tus tres incógnitas. Deshecho la mala vibra que a veces se ata a mi cuello y prosigo.
"Queda comprobado que el viento se lleva sombreros, paraguas, sombrillas de playa en días soleados.
Pero
todo lo que eres
lo mete a presión entre la cabeza y los dedos de los pies."
Piensas que estoy loca y una sonrisa torcida te ilumina la tez.
"Puedes moldearlo si las ganas te echan una mano
(o la psicóloga Actitud te atiende en su consulta).
Otra opción es dejar tu interior desperdigado."
Me dices que me quieres porque tu caos me atrae. Por primera vez en años nuestro abrazo dura más de dos segundos.
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