Ir al contenido principal

Traumas de la infancia.

La niña que odia septiembre
tiene los ojos rasgados,
ojeras desbocadas,
una nariz que respira tóxico
y unos pulmones anticuados.

Unos oídos llamados Ruido
que darían por Silencio
cuarenta orgasmos
en una noche de nostalgia.

Una boca que rompe
el hielo de los ascensores (claustrofóbicos)
derritiendolo con la lengua.

Un pelo con mechas marchitas
que quieren ser esa nube
en la que interpretar quinientas tres formas.
    De corazones a unicornios pasando por leones de escaparate.

Huesos punzantes.
   El corazón en el puño, destripado.
   Cosido mientras se destripa.

Lunares que se resumen en lujuria
para quien cuenta de diez en diez
y llena de cálculo mental
hasta sus calcetines.

-------------------------------------------------------------------

No sé si la ocasión lo merece.
La tinta abriga mis letras. He elegido que así sea usando bolis Bic ajenos y un bloc de notas destartalado.
Cuanto más esperas a que llegue la ocasión perfecta, más oportunidades desaprovechas.

Lo único que sé
es que quiero que mis días
pasen como sinfonías,
que limpie la lluvia
en vez de hacer rebosar.

Me estoy desviando. Odio desnudar mi alma en exceso y, sin embargo, acostumbro a poner todo lo que soy en bandeja a punto de sal. Romper la doctrina del introvertido. Ser directa es sinónimo de quedarme en bragas roídas en pleno otoño. Me siento ligera pero paso frío. Bueno, ligera relativamente. Escribir es como vomitar parrafadas y no quedarte nunca satisfecho. La enfermedad incurable de un inconformismo que se expande como virus terminales. La destrucción viene asegurada en el catálogo.

-------------------------------------------------------------------

A lo mejor a la tercera va la vencida. O gasto el infinito en vano.

Tengo causas concretas por las que odiar septiembre. Es imposible elaborar un diagnóstico sin inspeccionar al enfermo. Tirar de la costra. Rascar la hemorragia. Llorar alcohol concentrado y secarte con gasas el drama.

Hospedo cierta incomodidad en el pecho. No le teme al invierno ni a fieros tranvías. Si aparece, me recorre. Mi incomodidad huele a septiembre.
Me acoplaba al asiento del coche con el estómago vacío. El aire se llenaba del tono dramático de las noticias de radio. Odioso. Mi garganta era una daga que acuchillaba. Odioso. Mis pies jugaban a la danza del temblor. Mochila cerca. Odioso. Muy odioso. Traumas de la infancia como dice Albert Espinosa.
Si me asusto, septiembre me atraca la garganta. Me pisa las punteras de los tacones en medio del baile.
Si quiero estar aquí y allí, septiembre activa la incomodidad y me atraca. Otra vez.

Comentarios

Entradas populares de este blog

"Paradoja"

quiero hablar a todos de ti que tu nombre haga suyo el espacio y sepan entonces quién es esa mujer magnética y sencilla que a veces habita mi cuerpo. y también tengo la urgencia de ocultarlo todo con egoísmo y torpeza permitiendo acaso el susurro quedo de las letras por las que te llaman en un vago intento de que sepan que tu sendero sacudió el mío circunstancialmente y así el aire no contamina tu imagen de puro óxido y las palabras, siempre huecas y mundanas, no se equivocan al plasmar la esencia de la creación: sin dios ni leyes ni intérpretes ni visitas   levantándose a nuestro alrededor colosal.

Piel con piel

Sueño con pieles incorpóreas y lejanas. Con la fusión de cuerpos que encajan sin protocolos. La brecha de un desajuste me aleja de todo lo que no controlo. Realizo un esquema paso a paso como limando mis asperezas. Planifico mis impulsos. Domo cualquier rebelde desliz. Oteo pieles desnudas desde la distancia. Un raciocinio imperdonable me colapsa. No sé qué es la pasión. Parezco Cortés, el estratega, en la América de la abundancia. Te acercas y esperas algo de mí y, no sé, en realidad, qué puedo darte. ¿Qué es lo que buscas? Salgamos de aquí. Huyamos de la herida burbujeante. No dejes que me pise los talones. ¿Cómo es la anarquía de cuerpos que juegan a encontrarse? ¿Cómo alguien se emborracha de deseo? Léeme un cuento mientras purifico mis entrañas. No dejes de hacerlo. Quédate cuando me tire en el colchón con la frustración en las venas. Cuando la voz se pierda en el aire y me amurallen fachadas invisibles. Quédate si una ansiedad me estrangula. Si un miedo irreconocible,...

algo amenaza el mundo

algo amenaza con devorar el mundo desdibuja a los seres de sus techos, amores y sueños de sus mascotas, ocio y dolores y los lanza a un espacio blanco, tranquilo y desesperante lejos de los símbolos, códigos y   fe lejos, en definitiva, de los mecanismos que anudan a los humanos a una realidad que intentan hacer suya nada es nuestro ni la economía ni las personas ni la casa que se alza junto al mar no soportamos la fragilidad de ser fugaces no poseer la savia que recorre el fondo de la tierra no poder atrapar animales y árboles como si fuesen manzanas que todo exista sin nosotros entiendo tu angustia, íntima y universal porque los años eclipsan lo que parecía nítido y entonces cuestionas techos, dolores y fe y amores y ocio y códigos y   qué sé yo qué más y te confieso que sueño, día a día, con una trascendencia que los dioses no me otorgan nadando por este plano físico y mortal por esta pecera que expando infinita hacia el sol y...